Luis Cedeño, sociólogo y coordinador de la ong Paz Activa, coincide: "Tenemos un altísimo índice de impunidad producto de la ineficiencia del sistema de administración de justicia. Hay un claro mensaje al delincuente: puedes hacer lo que te dé la gana."
Según criterios de la Organización Mundial de la Salud, explica Cedeño, la tasa de homicidios venezolana refleja una condición de epidemia: para la OMS, el que haya más de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes tiene esa connotación. Y considerando que en el país no hay un problema de guerrilla similar al de Colombia, ni tampoco de narcotráfico tan organizado como en México, buscar explicaciones es una tarea compleja y en el análisis intervienen múltiples elementos.
Para empezar, señala Cedeño, están los que llama factores de riesgo que facilitan la violencia: "El alto consumo de alcohol y la enorme cantidad de armas de fuego que circulan legal e ilegalmente. Nadie sabe cuántas armas hay por ahí, se habla de ocho millones y en la propia Asamblea Nacional han dicho que serían 15 millones, de las cuales 80 por ciento son ilegales. El alcohol, se sabe, lubrica los mecanismos de violencia y las armas están a mano." Y lo están para muchos: 15 millones de armas en una nación que tiene 28 millones 944 mil habitantes.
Luego, siguiendo la explicación de Cedeño, están los factores estructurales: "Venezuela sufre una descomposición social importante", señala. Y ubica los momentos clave. La explosión del llamado "Caracazo" en 1989 -un estallido de protestas populares y saqueos con saldo de víctimas aún desconocido- implicó el quiebre del pacto social y disparó la tasa de homicidios. En 1992, el fallido intento de golpe de Estado en el que participó Hugo Chávez marcaría, según Cedeño, el quiebre del pacto político. Y eso, advierte, dejó a la sociedad venezolana en un contexto proclive a la ruptura y a un sentimiento de ausencia de normas.
El año 2002 marcó otro hito: el país venía de un paro general de actividades en protesta contra el gobierno y la pugnacidad política derivó en un nuevo golpe que expulsó a Chávez de la presidencia durante unos pocos y agitados días en abril. "Y las sociedades altamente polarizadas contribuyen a aumentar los índices de violencia", apunta Cedeño.
A eso se suma lo ya planteado: la fractura de la institucionalidad con su consecuente incapacidad para responder a las necesidades de seguridad de la población. Y si añadimos al coctel la considerable cuota de sangre aportada por las bandas del microtráfico de drogas en los sectores populares, la terrible realidad del sistema penitenciario, la participación cada vez más frecuente de agentes policiales en actos delictivos (20 por ciento de los delitos son cometidos por policías, según dijo el ministro de Interior y Justicia en 2009) y la consolidación de modelos foráneos como el secuestro y el sicariato, el sombrío panorama nacional queda reflejado casi a cabalidad.
Lea el artículo completo en: http://esquire.esmas.com/features/286634/violencia-venezuela
Según criterios de la Organización Mundial de la Salud, explica Cedeño, la tasa de homicidios venezolana refleja una condición de epidemia: para la OMS, el que haya más de 10 homicidios por cada 100 mil habitantes tiene esa connotación. Y considerando que en el país no hay un problema de guerrilla similar al de Colombia, ni tampoco de narcotráfico tan organizado como en México, buscar explicaciones es una tarea compleja y en el análisis intervienen múltiples elementos.
Para empezar, señala Cedeño, están los que llama factores de riesgo que facilitan la violencia: "El alto consumo de alcohol y la enorme cantidad de armas de fuego que circulan legal e ilegalmente. Nadie sabe cuántas armas hay por ahí, se habla de ocho millones y en la propia Asamblea Nacional han dicho que serían 15 millones, de las cuales 80 por ciento son ilegales. El alcohol, se sabe, lubrica los mecanismos de violencia y las armas están a mano." Y lo están para muchos: 15 millones de armas en una nación que tiene 28 millones 944 mil habitantes.
Luego, siguiendo la explicación de Cedeño, están los factores estructurales: "Venezuela sufre una descomposición social importante", señala. Y ubica los momentos clave. La explosión del llamado "Caracazo" en 1989 -un estallido de protestas populares y saqueos con saldo de víctimas aún desconocido- implicó el quiebre del pacto social y disparó la tasa de homicidios. En 1992, el fallido intento de golpe de Estado en el que participó Hugo Chávez marcaría, según Cedeño, el quiebre del pacto político. Y eso, advierte, dejó a la sociedad venezolana en un contexto proclive a la ruptura y a un sentimiento de ausencia de normas.
El año 2002 marcó otro hito: el país venía de un paro general de actividades en protesta contra el gobierno y la pugnacidad política derivó en un nuevo golpe que expulsó a Chávez de la presidencia durante unos pocos y agitados días en abril. "Y las sociedades altamente polarizadas contribuyen a aumentar los índices de violencia", apunta Cedeño.
A eso se suma lo ya planteado: la fractura de la institucionalidad con su consecuente incapacidad para responder a las necesidades de seguridad de la población. Y si añadimos al coctel la considerable cuota de sangre aportada por las bandas del microtráfico de drogas en los sectores populares, la terrible realidad del sistema penitenciario, la participación cada vez más frecuente de agentes policiales en actos delictivos (20 por ciento de los delitos son cometidos por policías, según dijo el ministro de Interior y Justicia en 2009) y la consolidación de modelos foráneos como el secuestro y el sicariato, el sombrío panorama nacional queda reflejado casi a cabalidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario