Alejandro Aranguibell, de 24 años, fue uno de los cuatro jóvenes que fallecieron el martes 4 de octubre, durante un enfrentamiento con la PNB y el Cicpc, en la autopista Francisco Fajardo. Su esposa dijo que tenía dos meses con actitudes extrañas.
Caracas. Yorleanis Calanchi, de 20 años, no sabía que su esposo planeaba involucrarse en un secuestro para resolver la crisis económica que había en la casa y que les generaba preocupaciones a ambos por su bebé, de ocho meses. Se enteró después de que lo mataron.
La noticia confirmó sus sospechas, pues desde hace dos meses su esposo no era el mismo. Se perdía de la casa hasta dos días seguidos y cuando ella —celosa— le reclamaba, él respondía que se había quedado en casa de unos amigos haciendo negocios. Pensó que le era infiel, aunque no descartaba que estuviera agarrando malas juntas.
Los problemas en la pareja se hicieron cada vez más frecuentes, la niña no tenía pañales, además ya estaba más grande y debía alimentarse con algo más que teteros. Yorleanis comenzó a oír extrañas conversaciones telefónicas entre su esposo y un desconocido.
La última pelea fue el viernes 30 de septiembre en casa de la mamá de Alejandro, donde vivían. Los motivos, muchos y de siempre: los pañales otra vez, la comida, el dinero, los celos, las actitudes raras. Razón por la que la muchacha decidió irse con su hija a casa de su mamá y no habló con su cónyuge durante todo el fin de semana.
“El lunes me llamó porque quería pasar buscando a la niña para verla y me dejó esperando, no me llamó más ni se apareció”, contó en voz baja.
Alejandro participó en un secuestro junto con cinco hombres más, que generó una persecución policial y terminó con cuatro de ellos fallecidos; dos se dieron a la fuga.
La víctima fue una mujer, que resultó herida en el procedimiento, pero está fuera de peligro. Dos cadáveres de los secuestradores quedaron en la autopista Francisco Fajardo, vía este, a la altura de El Paraíso y los otros dos, más adelante, en la autopista Valle-Coche, sentido a El Cementerio.
La crisis sí puede llevar al delito
Aunque el director del Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), el sociólogo Roberto Briceño León, siempre ha referido que la delincuencia no tiene su origen en la pobreza, desde hace un año y medio las cosas comenzaron a cambiar, pues la necesidad está llevando a los jóvenes a entrar en el mundo del delito para obtener dinero fácil.
“Es la nueva forma del delito amateur. Son delitos cometidos por ‘no delincuentes’, aunque la expresión es paradójica. Estamos hablando de individuos que no tienen el delito como profesión, pero las circunstancias los llevan a participar para buscar el dinero fácil”, explicó.
Anteriormente, los jóvenes cometían robos o hurtos para comprarse un celular inteligente, unos zapatos de marca o una tableta, es decir, no lo practicaban por necesidad. No obstante, las conductas cambiaron y se convirtió en un efecto nuevo.
“La pobreza, la escasez, la carencia de soluciones y futuro, llevan a muchos jóvenes a entrar en la delincuencia y a cometer delitos que terminan en homicidios”, sostuvo Briceño.
Luis Cedeño, sociólogo y director de la Asociación Civil Paz Activa, también coincide en que la crisis económica del país puede estar influyendo en los índices delictivos: “Sucede, por ejemplo, con un empleado de un hotel que comienza a robar pertenencias y se justifica porque no le pagan bien. La crisis facilita las decisiones, quizá hay personas que comienzan a bachaquear, a tomar caminos fuera de la ley”.
Sin necesidad para robar
El ojo de una suegra es implacable y Yorleana Ochoa, madre de Yorleanis, siempre vio a Alejandro como un buen muchacho, sumamente trabajador.
Era socio en una línea de taxis en la avenida Victoria, pero hace un año que el vehículo marca Fiat —adquirido en pareja— tiene problemas en la caja y está malo.
Yorleana decidió trabajar y aunque Alejandro se molestó, porque consideraba que su hija estaba muy pequeña, comenzó en una tienda de telas en el centro de Caracas.
Luis Cedeño indicó que en Venezuela la principal causa de muerte entre jóvenes de 15 y 24 años es el homicidio. En otros países, la tasa de mortalidad se ve afectada por accidentes de distintos tipos. “De cada 100 asesinatos, 94 son a hombres”.
Precisamente en la adolescencia (13 y 14 años) es que los hombres se inician en el delito, según el director del OVV, Briceño León. Se incorporan primero como señuelos, pues los hampones más adultos les dicen que por ser menores de edad no los van a detener: “Hay muchos jóvenes que por la inexperiencia no saben manejar las situaciones y matan a sus secuestrados”, declaró.
Fuente: Crónica Uno
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