La destrucción de módulos policiales, según expertos, es una forma de canalizar la frustración generada por las acciones u omisiones de los agentes que trabajan en esa instalación. El último caso fue reportado durante la noche del sábado 28 de agosto, cuando habitantes del sector Cabotaje de Los Teques incendiaron una sede de Poliguaicaipuro. Este ha sido el año en que más puestos policiales han sido atacados, con cinco de los once casos de la década. En la lista general, las instalaciones de la PM han sido destruidas por los vecinos en cuatro oportunidades. También se han reportado casos en Anzoátegui y Zulia.
El sociólogo Luis Cedeño, representante de la organización Paz Activa, dijo que las protestas vecinales se salen de control pues los agentes no están entrenados para aplicar técnicas de negociación y manejo de conflictos. Añadió que en las turbas generalmente hay un pequeño grupo de personas que propician la escalada de violencia. Estas situaciones, dijo, deben ser afrontadas por líderes políticos locales, como los concejales. "Dado lo seguido de estos hechos, yo actuaría con unidades de respuesta rápida que permitan retomar el control. Dado que no hay forma de canalizar la frustración, se descargan contra lo que representa a la autoridad", afirmó.
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