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Uno de los elementos que se presentan como fundamentales en el diseño urbano para la prevención del delito es el uso de la iluminación en los espacios públicos urbanos como factor disuasivo del delito. Esto se ha dejado de cumplir en muchos casos en parques, plazas y corredores viales a lo largo y ancho del territorio nacional en la medida que estos no son mantenidos ni recuperados. En algunos casos estos espacios se han convertido en lugares propicios para que la delincuencia funcione con la impunidad y cobijo que da la oscuridad de la noche. La respuesta ha sido el abandono de estos espacios públicos que tradicionalmente disfrutaba la ciudadanía, tales como los bulevares y plazas a favor de espacios que ofrecen más tranquilidad y seguridad a sus usuarios: los centros comerciales. Los centros comerciales se han convertido en la alternativa de esparcimiento para muchas personas y donde ulteriormente hacen su vida social; limitar ahora ese espacio a través de la regulación del consumo de energía a un número de horas predeterminada es limitar la vida social del venezolano y su capacidad de desarrollarse como individuos en sociedad.
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